Entrada doble: Joan Miro y Graciela Arias

No es fácil retomar la rutina de escribir un par de entradas semanales cuando se está en pleno proceso de cambio, como es mi caso, en el que de alguna manera todo empieza de nuevo. En estas circunstancias encuentro en el arte un buen espacio al que acudir en busca de ayuda, y este fin de semana han sido dos los artistas que me han proporcionado el estímulo y la energía necesaria para escribir estas líneas.
El primero, Joan Miró, apostó por el arte y por la naturaleza, sobre todo por la naturaleza sencilla de la vida. Su primera gran obra, La Masia, de 1920 (que la acabó comprando Hemingway después de que el marchante de Picasso sugiriera al artista trocearla para facilitar su venta) ya sugiere por donde se mueven los intereses del catalán, que permanecieron a lo largo de su carrera y siguen presentes y con enorme vitalidad en las dos colecciones que presenta el Centro Cultural de España en Lima, El Cántico del Sol y Las maravillas con variaciones acrósticas en el jardín de Miró, ambas de 1975 y que en su conjunto reúnen 52 obras entre litografías y aguafuertes.


Las dos colecciones encuentran su punto de partida en la poesía, El Cántico en la de María Manent que se inspira en Francisco de Asís y su amor por todas las criaturas de la naturaleza, y los versos de Rafael Alberti en Maravillas sobre la propia existencia de Miró y Pilar, su compañera, en un imaginario viaje a un jardín lleno de vida en forma de flores e insectos.

Joan Miró es ya un artista universal y consagrado, su nombre ya está en todos los libros de historia del arte, y su particular estilo inspirado en los trazos de los niños ha hecho frecuente el absurdo comentario "eso lo pinta mi hija de cinco años", sí, pero ¿alguno de esos que lo dicen han intentado pintar como su niña de cinco años? Si sus vidas dependieran de ello seguro que el mundo sería un lugar mucho más tranquilo.
La segunda artista que me ha motivado y ayudado en la continuación del blog también inspira su obra en la naturaleza, pero a diferencia del artista catalán su naturaleza es salvaje, exuberante, procedente de la selva, y con un firme propósito de cuestionar los valores religiosos que se enseñan, y aparentemente, se practican en las diferentes regiones amazónicas.

Graciela Arias es hija de migrantes ayacuchanos que se instalaron en Pucallpa huyendo de la violencia de los años del terrorismo. Allí creció y se formó como artista, tanto de una manera académica como artesanal, y allí, en Pucallpa, posee una tienda de artesanía en la que durante años trabajó con el artista autodidacta Luis Martínez y uno de los mayores conocedores de este género.
Su obra es un viaje a lo más profundo del mundo amazónico, a sus creencias, a sus mitos, a su naturaleza. Pero el periplo de Graciela no es contemplativo, ella utiliza el acrílico para cuestionar algunos de esos mitos, como la creencia de que la pureza de las mujeres ha de demostrase sobre la hoja de la Victoria Regia, el mayor de los nenúfares, posándose sin hundirse, o recordando al Ayaymama, los niños abandonados en la selva por su padre y su madrastra y que al apiadarse la Selva de ellos los convirtió en pájaros, cuyo canto en las noches sigue buscando a su madre muerta, "ay ay mama".

La sala 770 del Centro Cultural Ricardo Palma de Miraflores no es grande, pero el mundo que alberga gracias a la obra de Graciela hace que la visita a su exposición pueda demorarse tanto como el espectador quiera, el tiempo se detiene como si estuviéramos en una sesión de ayausca acompañados por la mujer shipiba en cuya piel habitan los espíritus que nos protejerán, seres ancestrales como los peces o el otorongo. Los cráneos de estos felinos amazónicos, despreciados por su cazadores que sólo venden sus dientes y pieles, y reunidos por la artista durante más de diez años han servido a ésta como base para su pintura, del mismo modo que los machetes, instrumentos de vital importancia en la selva al servir para forjar el futuro, y que Graciela considera "Hacedores de sueños".
Dos exposiciones, en resumen, que desde dos enfoques completamente diferentes nos invitan a volver nuestro pensamiento hacia la naturaleza, empezar a pensarla para amarla, y dejar que el arte no sirva de guía. Aquí os dejo los datos útiles:
Centro cultural de España en Lima
Natalio Sánchez 181
Santa Beatriz, Lima
Hasta el 29 de marzo en horario de 12:00 a 10:00
Sala 770
Centro Cultural Ricardo Palma
Av. Larco 770
Miraflores, Lima
Lunes a sábado de 8:00 a.m. a 10:00 p.m.
Domingos  de 11:00 a.m. a 10:00 pm
Hasta el 28 de febrero.
Ambas exposiciones son de entrada gratuita.

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