Procesión del Señor de los Milagros.

En 1650 un grupo de angoleños de la cofradía del barrio de Pachacamilla pintaron un cristo en uno de los muros del galpón en el que se reunían. Unos años después un terremoto arrasó Lima y el muro en que se encontraba la imagen se mantuvo en píe a pesar de que el resto de la construcción quedo totalmente destruida. Así empezó la fama del Señor de los Milagros que se conoce también como Cristo de Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores y su veneración ha crecido a lo largo de los siglos hasta la actualidad en que se mantiene.
El Señor de los Milagro de Lima

Para compartir el poder milagroso del Cristo con el resto de la ciudad  y protegerla de nuevos seísmos una copia en lienzo de la imagen comenzó a procesionarse en 1687 y un siglo después se instituyó que fuera a lo largo del mes de octubre cuando en varias salidas el Cristo visitara calles, conventos e iglesias vecinas.




Los miembros de la Hermandad de Cargadores de Cristo son los encargados  de llevar las andas de la imagen. Organizados en cuadrillas y vestidos con sus característicos ropajes morados se ocupan además de organizar el paso de la procesión protegiéndolo del numeroso público y fieles con una soga que rodea la comitiva. Les acompañan las sahumadoras, también vestidas de morado, que van abriendo el camino con sus cánticos y sus incensarios de plata.

Los fieles se agolpan en las aceras y extienden las palmas de sus manos hacia el Cristo en espera de su favor, y también las fotografías de sus seres querido para pedir por ellos.



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