Chorrillos

Chorrillos tiene mar y tiene cerros. El mar tiene playa y tiene puerto, los cerros están ocupados por monumentos a la memoria, a la fe y a las estrellas. Yo creo en las estrellas, sé qué es lo que puedo esperar de ellas, y también que una nos regala lo más preciado, la luz, si pedir nada a cambio.




Pero estoy cambiando de tema. Chorrillos es un distrito con historia, su micro clima benigno ya llamó la atención de los virreyes españoles en el siglo XVII y se convirtió desde entonces en estación balnearia. Sin embargo, una guerra y un terremoto lo despojaron de su esplendor y hoy en día es un barrio de contrastes en el que convive una clase media en su zona norte con diversos asentamientos humanos, todo ello coronado por el Morro Solar, una consecución de cerros en los que se encuentran diversos monumento.



























En uno de esos cerros coincidí con Florencio. Recoge plástico, la vida no le trata bien, pero él no deja de estar agradecido. Lo que más le duele es que le prejuzguen, él no usa esa palabra, sólo siente que le tratan como si fuera un delincuente, pero él es un hombre honrado y además es peruano, lo dice y  muestra con orgullo su dni. Mañana va a cumplir cincuenta años, si os lo cruzáis felicitadle, le gustará.

























Al bajar y pasear por las calles de Chorrillos se hace con agrado, sus avenidas están bien ordenadas y recorrer su malecón es un regalo contemplando el perfil de la ciudad en sus barrios más afamados, Barranco y Miraflores.









































Y su puerto es visita obligada, no es grande, la pesca es artesanal y los pescadores y los pelícanos comparte con las visitas los frutos del mar. He dejado para una siguiente visita el paseo en barca, me da que merecerá una entrada propia.


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