Cézanne en el Thyssen.

El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid reúne estos días una de esas exposiciones imprescindibles para los amantes del arte. Comisariada por Guillermo Solana (director artístico del museo) y con el subtitulo de site/non site, en alusión al trabajo en exteriores y en taller del pintor, reúne cincuenta y ocho obras de Paul Cézanne acompañadas de obras del propio museo de otros artistas como Pissarro, Braque o Derain.
La exposición, que se mantendrá hasta el próximo 18 de mayo, abre con una de sus últimas obras, Retrato de un Campesino, en la que muchos han querido ver un autorretrato del artista y que tenemos la suerte de disponer permanentemente en el museo del Paseo del Prado, y recorre en sus siguientes cuatro secciones el dialogo que a lo largo de su vida mantuvo entre el paisaje y el bodegón, y como elementos de uno y otro se fueron encontrando continuamente en sus lienzos. 

Retrato de un desconocido, Retrato de campesino, Paul Cezanne, 1905-1906
Aprovechando mi visita repasé el texto que dediqué a Cezanne en el ensayo que escribí sobre el género paisajístico a lo largo de la historia del arte y su relación con la fotografía, su título es Fotografía y paisaje: la simbiosis perpetua y seguramente le dedique alguna entrada más. Reproduzco a continuación el pasaje mencionado ilustrado con las fotografías de la exposición del Thyssen (la leyenda corresponde a la denominación de la sección correspondiente), pero antes de hacerlo quiero agradecer a Botoa del departamento de comunicación del museo por su gran ayuda y apoyo sin  los que no habría sido posible esta entrada.

La Curva en el Camino
Paul Cézanne (1839-1906) no fue aceptado en la École des Beaus Arts por lo que apoyó su formación entre la Academie Suisse, una academia privada, y los grandes maestros del Louvre, entre los que admiraba especialmente a Delacroix y Velázquez. Conoció a Pissarro y participó en la primeras exposiciones impresionistas, pero su obra fue tan vapuleada por la crítica que renunció a participar en más muestras e incluso se retiró a su ciudad natal de Aix-en-Provence. No fue hasta el final del siglo en que su figura empezó a ser tomada en consideración. En 1895 el marchante Ambroise Vollard organizó su primera exposición con cien lienzos, a partir de ese momento su reconocimiento y cotización fue en sentido ascendente llegando a ser ampliamente valorado tanto por sus contemporáneos como por la siguiente generación de artistas.
La Curva en el Camino
Cézanne tenía claro que su obra debía buscar la plasmación del mundo contemporáneo tal y como se representaba ante sus ojos, y al igual que Stieglitz con el pictorialismo, deseaba hacer del Impresionismo algo sólido y perdurable como el arte de los museos. Uno de sus mayores puntos de atención fue la visión binocular; entendió que la visión estereoscópica era la suma de las percepciones visuales simultáneas y ligeramente diferentes de cada ojo, y que esta superposición es la que nos permite entender la profundidad y tener un conocimiento de las relaciones espaciales. Aplicó este conocimiento sobre sus lienzos tratando de representar al mismo tiempo los puntos de vista de cada ojo sobre el mismo plano; su experimentación sería la base sobre la que Picasso, Braque o Juan Gris construirían todo el discurso cubista.
Desnudos y Árboles

Los tres autores (Cezanne, Gouguin y Van Gogh), cada uno en su estilo, fueron tres solitarios que no trabajaron por la esperanza de ser reconocidos y entendidos en su tiempo, sino por una necesidad de hacerlo en la forma que lo hicieron sin ninguna pretensión rupturista. Serían las generaciones inmediatamente posteriores a ellos las que sabrían apreciar en toda su dimensión la aportación de sus propuestas, su genialidad y originalidad, y quienes reconocerían qué sí portaban ya el germen de la revolución renegando de las referencias de las escuelas de arte.
El fantasma de Saint-Victoire
Hasta aquí las palabras que dediqué a Cezanne, enlazo ahora la visita virtual que ha puesto a disposición del público el museo en su página web, desde ella se puede recorrer las cinco secciones en las que se han distrubuído las obras, retrato de un desconocido, la curva del camino, desnudo y árboles, el fantasma de la Sainte-Victoire y juego de construcciones. Nunca sustituirá la emoción de la contemplación de los originales, pero es un acercamiento que puede interesar a aquellos a quienes la distancia o cualquier otra circunstancia no permita hacerlo en persona.

El fantasma de Saint-Victoire
Otro enlace que nos permite entender mucho mejor la obra de Cézanne, su importancia y la complejidad que supone el montaje de una exposición como ésta es la entrevista que le hace Marta Pérez a Guillermo Solana en la revista Descubrir el Arte:
Juego de Construcciones.

Los que hayáis leído la entrevista hasta el final entenderéis este remate musical para la entrada:

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