Salgado

Tras visitar la exposición Génesis compro el libro de memorias de Sebastião Salgado De mi tierra a la Tierra que leo en un suspiro y una continua emoción. Es un canto a la vida y al amor, al amor a la Tierra y a su mujer Lèlia.

Leñia y Sebastião Salgado en el Instituto Terra. Fotografía de Ricardo Beliel

El libro recorre con la ayuda de la periodista Isabele Francq  su vida en primera persona y como tras largos años fotografiando al hombre en sus entornos más duros y desfavorables todo él se quebró, especialmente tras ser testigo del genocidio de Ruanda. El diagnóstico médico fue claro y la cura recomendada también: "tienes que parar", entonces decidió junto a su mujer comenzar el proyecto (esto sí se puede llamar proyecto)  de reforestar las tierras de su familia en el estado brasileño de Mina Gerais. En paralelo volvió su cámara a buscar la belleza de la naturaleza y programó su siguiente trabajo, Genesis,  ocho años de duro trabajo recorriendo parte del 46% del territorio virgen del planeta a lo largo de 36 países de los seis continentes.
Salgado concluye en Génesis que el hombre es parte de la Naturaleza, que todo está conectado y unido y que nosotros que estamos aquí sentados, enfrente de la pantalla, yo escribiendo, tú leyendo, no somos sino parte de la misma vida a la que pertenece aquella iguana de las Islas Galápagos que hizo ver al brasileño la conexión:
Por ejemplo, durante mi primer proyecto, en las Galápagos, un día estaba observando una iguana, este batracio que en principio no tiene nada que ver con nuestra especie. Pero observando una de sus patas delanteras, de repente, vi en ella la mano de un guerrero de la Edad Media. Sus escamas me recordaron una cota de malla bajo la que vi unas uñas similares a las mías. Entonces dije: esta iguana es mi prima. Tenía ante los ojos la prueba de que todos provenimos de la misma célula, habiendo evolucionado cada especie a su manera con el paso del tiempo.
© Sebastião Salgado
Como ya hizo en su anterior seguimiento del Movimiento de los Sin Tierra en el que su cámara sirvió de apoyo los campesinos desheredados brasileños (el MST actuaba dentro de la legalidad brasileña ocupando tierras sin cultivar) donando los fondos de la exposición Terra y dando a conocer sus reivindicaciones en todo el mundo, Genesis acompaña y apoya los esfuerzos de la fundación del Instituto Terra, cuyo objetivo es la reforestación de la selva atlántica. Paliar las heridas que el hombre ha infringido a la tierra era al mismo tiempo curar el alma del fotógrafo golpeada por la visión continuada de tanta desgracia:
Durante todo este tiempo, yo no estaba bien, ni física, ni psíquicamente. Hasta entonces nunca había imaginado que el hombre pudiera ser una especie tan cruel consigo misma; no consegía aceptarlo. [...] Estaba igualmente desesperado por el estado en que habían dejado el planeta todas esas conmociones económicas, sociales y políticas. Todos esos árboles talados, esos paisajes estropeados, esos ecosistemas destruidos. Pensé entonces en montar un proyecto para denunciar la contaminación y la destrucción de los bosques. Durante ese tiempo, Lèlia había tenido la genial idea de reforestar la selva en la maltratada tierra de mis padres. Nos habíamos lanzado a esa idea loca y de repente los árboles renacían.
Ya han logrado plantar dos millones de árboles de más de 300 especies diferentes y para el año 2050 esperan haber completado la plantación de su reserva natural con más de 50 millones. La consideración de reserva natural de sus terrenos significa que no podrán volver a usar las tierras como terreno agrícola, sin embargo, han construido en torno al antiguo corral un centro de formación en relación con la selva en el que reciben a guardas forestales, agricultores, alcaldes u operadores de bulldozers municipales.
La lectura de las memorias de Salgado es mucho más que una lectura para fotógrafos. Su militancia política, su exilio en Paris durante los años de la dictadura militar de Castelo Branco, su experiencia como economista, su trabajo en Africa buscando tierras para producir en Ruanda el mejor té del mundo, su trabajo como reportero en Ganma y luego en Magnum, su compromiso con la fotografía, con el Hombre, con la Naturaleza. Es un libro de amor y de dolor, todo ello destilado en poco más de ciento veinte páginas en un estilo sencillo y directo que ayuda por igual a entender la actual situación del mundo y su forma de trabajo, ahora ya digital.
De mi tierra a la Tierra es la mejor respuesta a aquellos, que los hay, que desde impostadas posturas posmodernas, no sé si artísticas, fotográficas o creativas, qué más da, critican a Salgado y le acusan de ser una apuesta por una "vuelta al humanismo social de los cincuenta, con la que está cayendo" (Carles Guerra dixit). Críticas pobres de mentes pobres, no merecen mayor atención. Pero sí que vale la pena dejar que explique Salgado su relación con la fotografía como respuesta a todos ellos:
Mis fotografías: las he hecho porque pensé que todo el mundo debía saber. Es mi punto de vista, pero no obligo a nadie a mirarlas. Mi objetivo no es dar lecciones, ni crear buena conciencia provocando tal o cual sentimiento de compasión. Tomé estas imágenes porque tenía la obligación moral, ética, de hacerlo. En tales momentos de tormenta, qué es la moral, qué es la ética - me preguntarán. Es en el instante en el que me encuentro frente a alguien que se está muriendo cuando decido si pulso el disparador o no. 



Comentarios

  1. ¡Muchas gracias, Juanjo! Estupenda crónica. Voy a buscar el libro. ¡Abrazo y buena suerte en la segunda temporada de la Ventana!

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