La palabra proyecto.

Mi amigo José Luis Resino va a exponer próximamente y necesitaba fotos de su última serie de cuadros. Mientras las hacía hablábamos de todo un poco, de lo de siempre, de lo mal que está todo y de lo poco que nos quejábamos, de lo que hay que hacer para llegar a fin de mes y demás lugares comunes de estos tiempos, evitando, eso sí, recurrir a la coletilla de moda: "con la que está cayendo", si precisamente caer, lo que se dice caer no cae nada.
Estudio de José Luis Resino, Madrid. 
José Luis me recuerda mucho a mi padre, también era artista, escultor en su caso, y para darnos de comer, pagar el alquiler y todo lo que necesitaba la familia ponía su pericia a las órdenes de clientes y anticuarios que tenían sus manos ocupadas en trabajos que poco o nada le interesaba. Sí le gustaba la talla, y hacía con placer autenticas obras de restauración o réplicas que luego mal vendía con gran arrepentimiento en más de una ocasión. Recuerdo especialmente una virgen sentada del siglo XIII que él mismo policromó y que una noche un anticuario se llevo a base de enseñar billetes a la necesidad. "La bonita" llamábamos a aquella pieza y nunca la olvidó, ni la manera en la que salió de casa, recuerdo que siempre iba acompañado de arrepentimiento. Yo me enfadaba con él, "cómo es posible que no habiendo más de tres personas en Madrid, y diría cinco en toda España, con tu experiencia, tu pericia y tu arte te dejes avasallar por los clientes de esa manera", cómo le entiendo ahora.  También José Luis tuvo que mal vender con dolor uno de sus cuadros más hermosos, también tiene que hacer encargos, también tiene un hijo que se enfada.
Una de las cosas de las que hablamos mientras hacíamos las fotos era el odio que le tengo al término "proyecto"; ahora todo el mundo habla de "estoy haciendo un proyecto, estoy trabajando en un proyecto..." para referirse eufemísticamente a algo que no termino de entender muy bien. Cuando mi padre trabajaba cogía un trozo de madera, ahora es un trozo de pino, apuntaba las horas que le dedicaba, ahora es un relieve de una anunciación, ahora es un trozo de boj, muchas más horas con la madera de  boj,  ahora es un cristo crucificado... cuando José Luis empieza a pintar lo hace con un lienzo en blanco que se convertirá en un bosque, una selva, un río... y todo junto en una exposición en la que cada obra tendrá su título y su precio.  Nunca les he oído mencionar la palabra proyecto. Cuando hago fotos y me cruzo con alguien que me pregunta qué hago y para qué les explico que son para una exposición en la que estoy trabajando, para un reportaje sobre esto o aquello o para lo que sea, luego las cosas salen o no, como siempre ha sido. Pero cuando alguien me dice que está trabajando en un "proyecto de" no puedo evitar pensar que lo que realmente quiere decir es que "he tenido una idea que me parece genial y estoy buscando alguien que se muestre dispuesto a pagar para que la realice" o "he pensado en repintar las Meninas que ya se han quedado algo antiguas y a ver si alguna institución se da cuenta de lo mucho que valgo y me pone en el camino de la fama". Sé que exagero, sé que hay un montón de magníficos artistas de todas las edades intentando encontrar el hueco que les permita vivir con dignidad, tan solo eso, y sé que hay muchos y buenos profesionales del arte en sus diferentes facetas, crítica, comercialización, representación, etc. cuyo único capital es su sensibilidad, preparación y saber hacer.
Pero es que hay tanta tontería... y por eso yo odio la palabra proyecto.

Comentarios

  1. Comparto ese odio, y me alegro de volver a encontrarte, aunque no vea capicúas por el entorno

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    1. Los capicúas ya sabes, van y vienen, lo bueno es que volvamos a encontrarnos, un placer volver a leerte por estas ventanas que ya no lo son.

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  2. Si! Todo el día con el proyecto grandilocuente!������ Los hay muy, muy pelmas! Que majo tu papá!!!! Un abrazo!!!

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