En recuerdo de Paco Elvira.

Hace un año nos dejó Paco Elvira. Quisé dedicar un trabajo de análisis de imagen que tuve que hacer en la escuela a su memoria. Lo reproduzco ahora como mi particular homenaje a un hombre que todos los que conocimos admiramos y agradecimos su aliento diario a través de su blog, de sus comentarios, de su atención... 

Una escena de los años setenta llena el espacio horizontal de la fotografía de Paco
Elvira (1948-2013). Formalmente la imagen es un plano de conjunto en blanco y
negro, realizada con una óptica normal (cámara Contaflex de óptica fija de 45 mm
Zeiss Ikon) y un punto de vista frontal. La iluminación es lateral en el primer plano,
en el que la luz solar alcanza el centro de la calle quedando un segundo plano en
sombra generada por la forma del edificio sin que pierda detalle por ello. Justo
Villafañe la situaría en un grado 7 mientras que Moles sería más generoso en su juicio
y permitiría que alcanzara el 8, seguro que ambos estarían de acuerdo en considerarla
como una imagen compleja, tanto por el valor social y ya histórico de la misma como
por la propia relación entre los diferentes elementos que la componen.
Su superficie es absolutamente nítida, ausente de granulado. El punto de
atención no se haya en el centro de la imagen sino que se divide en dos instancias: el
casco blanco del guardia en el centro del tercio superior de la fotografía y los globos
un poco desplazados del mismo centro hacia la derecha en el tercio inferior. Otros dos
puntos destacan en el nudo superior derecho, la señal de prohibido que parece
funcionar como un imán a la mirada y la cabeza de la mujer que nos libera del mismo.
El entorno urbano en el que se desarrolla la escena hace que las líneas tengan una
presencia destacada. Por una parte los dos tercios derechos del fondo de la imagen se
configuran a través fundamentalmente de líneas horizontales, las de los balcones, la
canaleta y los rótulos de las tiendas, todas ellas en la parte superior. Por otra parte, en
el tercio izquierdo son las verticales de la fachada del banco las que tienen el mayor
protagonismo sirviendo de sustento a las cortas líneas horizontales de la sillería de la
fachada. Respecto a los planos pueden diferenciarse tres. Un primer plano bien
marcado por la iluminación procedente de la derecha de la calle en la que seis
personas se distribuyen en la escena arrojando su sombra sobre el asfalto y la acera.
Un segundo plano intermedio más confuso en el que una serie de elementos: un
quiosco, una cabina, cajas de cartón y otros personajes se superponen sin gran orden.
El tercer plano queda constituido por la fachada posterior compuesta por el escaparate
de una camisería. Podría hablarse finalmente de un cuarto plano en la calle que se
pierde a la izquierda de la fotografía y que queda definida por la fuga del rotulo del
banco y las luces de navidad que cuelgan de su entrada.
Desde el punto de vista compositivo la escena se desarrolla como una franja
horizontal compuesta por los personajes de aparente simplicidad, aunque si
trazáramos dos líneas imaginarias utilizando el salacot como vértice superior éstas
tendrían una clara dirección hacia abajo que dotarían a la imagen de un pesimismo
refrendado por la figura femenina y cabizbaja que marca el otro centro y punto de
interés de la fotografía.
La historia de la fotografía la cuenta el propio autor en su blog: “… esta que hice en
1970 con la cámara Contaflex de mi padre, en las Rambles de Barcelona. Comenté
que Lluis Permanyer me había explicado que más bien parecía una foto de los años
cincuenta en que la costumbre de dejar regalos navideños a los guardias urbanos era
habitual. El que fotografié, me dijo, debió ser de los últimos.” De esta costumbre nos
dejo Cartier-Bresson otro documento gráfico , en esta ocasión en Roma en 1951. 

Los globos y los regalos al pie de la peana, el mismo abrigo largo, el mismo salacot, los
mismos guantes blancos. Sin embargo, si el francés se acerca y crea una composición
en aspa llena de optimismo y luminosidad que habla de una ciudad que se eleva sobre
las cenizas de la reciente guerra, el catalán da un paso atrás y se queda al otro lado de
la Rambla para dar protagonismo a la ciudad y sus ciudadanos, una ciudad y unos
ciudadanos que aún viven en una sociedad en la que gobierna la misma dictadura que
salio de una guerra fratricida. Una ciudad en la que las luces de navidad conviven con
unas aceras llenas de cajas abandonadas y un amontonamiento de objetos que no
sabemos si es basura o algún tipo de puesto callejero, parece más bien lo primero.
Unos ciudadanos que caminan o esperan a cruzar la calle, entre los que destaca
poderosamente la mujer que inclina su cabeza. A su izquierda un joven sujeta una
prenda y parece estar con ella, aunque mira más atrás, a ese montón de cosas que no
sabemos que son. Saliendo casi ya de la foto por la izquierda otra pareja avanza con
resolución, a la derecha, un señor mayor espera en la acera atento a lo que pueda venir
por la izquierda. En el centro, el guardia urbano dirige la escena, con una mano se
apoya en la barandilla de su peana, con la otra da indicaciones al tráfico, es una
imagen amable de la autoridad, una autoridad que merece regalos de navidad, algunos
de conductores que premian la benevolencia del agente al no multarlos y otros de
marcas comerciales que ya aprovechan la oportunidad para hacer una buena y barata
promoción pública.
No dice Paco cuantas fotos disparó para conseguir esta, probablemente no
sería más que una, es 1970 y la cámara es la de su padre, por su edad aún estaría
estudiando Económicas, una facultad en la que tomaría sus primeras imágenes de la
lucha antifranquista, una labor que ya no dejo y que le llevo a ser fotógrafo, aún no se
decía fotoperiodista.
Se hizo fotógrafo desde el compromiso y no lo abandonó cubriendo temas que
requerían grandes dosis del mismo como fue el terrorismo de ETA, la colza, las
luchas mineras, las de los jornaleros andaluces, las de asociaciones vecinales… Y
luego siguió comprometido con los conflictos de más allá de nuestras fronteras, en
Irlanda del Norte, en Afganistán, en los Balcanes. Y siempre apasionado por la
fotografía que le llevo a viajar por todo el mundo. Y también apasionado por la
enseñanza, no sólo como profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona y la
Pompeu y Fabra, también en la red de redes a través de su blog, toda una referencia
por la generosidad con la compartía su saber, ya fuera fotográfico, bloguero o de
apetitosas recetas culinarias.
La fotografía fue para Paco compromiso y pasión, un compromiso y una
pasión que le llevo a la Costa del Garraf a hacer su última foto.
Paco Elvira desapareció el pasado 30 de marzo, los Mossos d'Esquadra
encontraron su cuerpo sin vida a los pies de un peñasco del Garraf, gracias a la señal
que emitía su teléfono móvil.
Madrid, 2 de abril de 2013

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