Escuchar poesía es romper los muros de la realidad. Eso hicimos el pasado martes en la Casa de Castilla-La Mancha gracias a Paco, su obra y sus amigos, en una velada en la que las palabras iban y venían en torno a su figura, especialmente aquellas que compusieron la selección de poemas que hicieron José Mascaraque, su maestro y mentor, Alfredo Villaverde, anfitrión de los de antes, Nacho Vázquez, deconstructor de personalidades y personajes y Gloria Padura, voz y alma.
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De izda. a drcha.; José Mascaraque, Alfredo Villaverde, Paco Castañón, Nacho Vázquez y Gloria Paduro. |
Hablaron de él hasta sonrojarle; no tenía porque, no exageraban. Mascaraque recordaba en su intervención, basada en la primera obra de Castañón, Fuenfría, la larga tradición literaria en torno a la Sierra del Guadarrama y la de Gredos a las que su antiguo alumno dedicó su poemario.
Por eso, que un tataranieto cultural de Gines de los Ríos, Francisco Castañón, que pertenece por mor de la globalización a una generación de huerfanos culturales, nos ofrezca su poemario Fuenfría es un motivo de gozo que yo, manchego trasplantado en Madrid, desde luego celebro.
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José Mascaraque |
Nacho Vázquez, que conoce bien los laberintos del ser al ser él mismo "uno y duo", presentó a Castañón como "uno y trino": poeta, agitador social y personaje ficticio. Ante sus palabras Paco se multiplicaba e iba saliendo por los rincones del salón haciéndole gestos de complicidad o reprobación como temeroso de que destapara alguna de sus otras sustancias aún oculta.
Me consta que esta dicotomía, saberse tan pronto poeta "que por esos caminos anda escuchando la tierra", como invención a veces calenturienta de unos y otros, le arrastró algún tiempo, como a Pessoa, hacia el desasosiego. Hoy contempla, entre risueño y estoico, las aventuras pasadas y espera por las futuras azañas de ese "hombre sedimentario sobre los estratos de otros hombres", entregándonos una vez más al regalo de sus versos."
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Nacho Vázquez (drcha.) y Paco Castañón (izda.) |
Las palabras de Paco acompañaron sus versos como bellos marcos a sus lienzos. Habló sobre todo de su obsesión por el tiempo -quién pierde un día, pierde un imperio- que recorre toda su obra. Elijo yo el poema XXXVII (Eclipse anular) de Las horas indultadas para constatarlo:
Ahora, cuando redoblan las horas de esos astros
que con insistencia nos hace compañía
y la anciana luz del sol abarca extenuada
esta porción de mundo comprensible,
me conecto, con mis texturas cartesianas,
a esa liturgia subversiva
que es la comedia de los vivos sojuzgados
por todos los calendarios crueles,
favorables a conllevar el sortilegio de este eclipse sucinto
que extiende hoy su velo opaco
sobre las fachadas desafiantes
de los rascacielos,
donde se proyectan los anhelos
de esas almas migratorias al caer
abatidas por puñales de luna exorbitante.
Gloria unió la belleza y profundidad de su voz a la de los versos de Castañón. Porque la poesía hay que leerla en voz alta para que su poder liberador alcance toda su potencia y logremos con ello romper aquellos muros de los que hablaba al principio.
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Gloria Paduro |
Y aquí os dejo ésta que selecciono yo de
Fuenfría para que os escuchéis:
Los caminos conocidos
se andan deprisa,
y entonces la libertad
sólo es una palabra vagabunda
en la llanura de los embaucadores
sueños,
cuando los rosales silvestres
subsisten
sin metáforas ni pétalos
e invaden las grandes casonas
como irreductibles guerreros.
Los caminos conocidos
se andan deprisa,
por eso a veces
hay que pararse
y sentarse a esperar,
sobre as pacientes rocas,
a la voluntad y a la tristeza.
Y un recordatorio de
aquella ventana que dediqué a la presentación de su libro
A cuenta del Albur. Tres obras, las que he mencionado en esta entrada, que os recomiendo sin reparos.
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Paco Castañón (izda.) Alfonso Villaverde (centro) y José Mascaraque (drcha.) |
Justo Jaime, dejar la realidad sin muros para que lo sea en toda su extensión.
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