La exposición

Donde la ciudad acaba... es una exposición de paisajes. Muestra el producto de mi curiosidad y fascinación hacia las vistas que me ofrecía la ventanilla del coche cada vez que iba de casa al estudio. Una consecución de emes, la M40, la M31, la M45, a cuyos lados más que crecer, decrece el espacio. Poner píe en el camino para fotografiarlo se convirtió en mi objetivo, y una vez hecho esto, tratar de entender lo que veía se hizo una necesidad, especialmente al constatar que es una realidad tan próxima, que está ahí mismo, muy cerquita, donde la ciudad acaba.
Esta entrada trata de la exposición en sí mismo, a la que aún le quedan tres días de existencia. Se encuentra en el centro juvenil El Sitio de mi Recreo, en Villa de Vallecas, al lado de la ubicación de varias de las fotografías, se podría ir dando un paseo hasta el punto donde está tomada la primera de ellas. Es un centro en el que los jóvenes del barrio se reúnen a jugar al ping pong,  a pasar la tarde, van al gimnasio o a alguna de las actividades o cursos que continuamente programa.
El Sitio de mi Recreo. Villa de Vallecas (Madrid)

Alguno de esos chavales visitó la exposición y me dejo uno de los mayores regalos que podía haberme hecho. Un comentario en el libro de visitas que me llenó más que cualquier crítica que pudieran haber hecho en prensa generalista o especializada. Reproduzco la página a continuación:

"Una exposición diferente, interesante y cultural. ¿Realmente somos así? Esperamos que no" Ya hablaré más despacio de la exposición, la iré desgranando foto a foto y en cada una de las imágenes explicaré que se ve, o qué he podido averiguar sobre lo que hay y las razones de que sea así. Pero sí me gustaría explicar ahora algo que muy pronto se impuso en el trabajo, y es mi desaparición tras la cámara. Todos los que han visitado la exposición me han mostrado su sorpresa, "es diferente a lo que sueles hacer", sí, lo es. Tomé la decisión de ceder todo el protagonismo a lo que hay delante de la cámara, esos paisajes que hemos creado nosotros, los hombres, a partir de decisiones  como poco discutibles, con intereses digamos extraños, difíciles de entender, destrozando la naturaleza. Una naturaleza que además ya es extraña de por sí, seca, dura, manchega a fin de cuentas, pero con un extraña belleza que cada vez me atrapa más. Por eso prescindí de cualquier recurso que pudiera hacer decir al espectador "qué buena foto" o qué, extraña, o qué luz, o qué encuadre... sacrifiqué todo aquello que pudiera hacer hablar del fotógrafo para que sólo se hablase de la realidad que cuenta, y que se haga en silencio, desde la reflexión. Puede que lo haya conseguido, ese comentario final "interesante y reflexiba exposición", me anima a creerlo.

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