Ventana de Miguel

Miguel Gómez













Hoy abro mi ventana con una profunda tristeza para despedir a un amigo, Miguel. El domingo pasado su corazón se paró en su cuerpo, que no conocía descanso. Miguel era un artista, sus manos daban forma a maravillosas joyas que hablaban sobre la piel, la última vez que nos vimos hablamos de proyectos, de hacer algo con sus joyas y mi cámara, no me costaba ningún trabajo imaginar sus piezas posando para mí, tanto por su delicadeza y plasticidad como por el entusiasmo y optimismo de Miguel. Pasó el tiempo y nunca llegamos a hacer nada, nunca acabamos de entender que el tiempo es algo caprichoso e igual que está desaparece. De nuevo olvidamos que lo único con lo que nacemos de serie, la certeza de que igual que venimos nos vamos, se puede presentar en cualquier momento. Por eso quiero dedicar a su memoria los célebres versos de Horacio, aquellos que Miguel nunca olvidó y que siguió al pie de la letra viviendo plenamente cada día de su vida.

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana. 

Comentarios

  1. Me gusta,mucho la captacion de la fotografia y el significado del contenido,Un beso muy fuerte

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